Hélène Langevin-Joliot tiene 86 años y se ha dedicado toda su vida a la ciencia. Como su madre. Como su abuela. Viene de una estirpe de mujeres estudiosas, valientes y científicas contra todo pronóstico.Su abuela fue la gran Marie Curie. El pasado 26 de abril le hicieron una entrevista en la que deja muy claro su opinión sobre su vida como científica. Te invitamos a leerla.
(…)
¿Por qué eligió dedicarse a la investigación? “La
respuesta sería por qué no”, suelta sin más, con una sonrisa burlona. “Era
buena en física y matemáticas. Y con la familia que tenía, era lo lógico”.
Después de una pausa, matiza: “Mis padres nunca me presionaron para que me
dedicara a esto”. Con los años, se convirtió en directora del Centro Nacional para la Investigación Científica de
Francia, de importancia similar al CSIC en España, y en profesora de
Física Nuclear en la Universidad de París. A pesar de sus logros, afirma con
contundencia que “si tuviera que elegir otra vez, no sería científica”. “Es un
mundo muy competitivo y resulta más duro para las mujeres. Todavía queda mucho
por hacer. La igualdad llegará cuando en las academias se elija a científicas
de nivel medio, igual que ahora hay muchos hombres que no son especialmente
brillantes”.
Mi madre decía que las experiencias que la hicieron más feliz no fueron
las profesionales"
Marie
Curie e Irène Joliot-Curie nunca fueron admitidas en la Academia de
Ciencias de Francia. Al contrario que Frédéric Joliot, padre de
Hélène. “Hubo una campaña durísima contra mi abuela porque era mujer y polaca.
A ella le afectó mucho y no volvió a presentarse. El caso de mi madre fue
distinto. Se postuló hasta tres veces. Y no porque le hiciera especial ilusión,
sino para defender sus derechos. Creía firmemente que la mujer tenía las mismas
capacidades que los hombres para dedicarse a la investigación y debía ser
igualmente reconocida. Por eso aceptó también el puesto de secretaria de Estado
incluso antes de que se aprobara el voto femenino”, relata orgullosa. “Pero
solo duró tres meses porque el cargo no iba con su personalidad. Tenía muy poca
paciencia. Cuando se aburría en las reuniones, se iba sin dar más explicación”,
ríe. “Mis padres eran tan diferentes como mis abuelos. Marie era organizada y
trabajadora, como mi padre. Y Pierre era un soñador, como mi madre. Ella tenía
las ideas muy claras, pero no pretendía convencer a nadie. Decía esto es así, y
punto. No se podía discutir con ella”. Las risas continúan. ¿Y usted con quién
se identifica más? “Con Marie”, afirma sin dudarlo. Y luego añade modesta:
“Salvando las distancias, claro”.
Viaja por
el mundo para hablar, sobre todo, de su familia. Y en esta ocasión ha
participado en un acto organizado por el CSIC y Rocaviva Eventos con ocasión de
la exposición sobre Marie Curie en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de
Madrid. “Mi madre me enseñó que no hace falta ser un genio para dedicarse a la
ciencia. Lo importante es ser feliz con la investigación y si de paso puedes
mejorar un poquito el mundo con tu trabajo, todavía mejor”.
El País, 26 de abril de 2014
De la web de la cadena Ser |
A partir de la lectura de un fragmento de su entrevista, reflexionad y debatid sobre la siguiente cuestión que plantea: "La igualdad llegará cuando en las academias se elija a científicas de nivel medio, igual que ahora hay muchos hombres que no son especialmente brillantes”.
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