domingo, 26 de enero de 2014

La necesidad de coeducar en el siglo XXI

La Historia tiene muchas esquinas...A veces, parece que avanza, que superamos etapas; otras, se levantan remolinos que revuelven y ensucian todo...Cuando parecía que las relaciones entre mujeres y hombres iban  bien encauzadas, los últimos años nos han demostrado que en este tema, como en otros, hay constantes vueltas de tuerca. Asesinatos, tantas muertes que se escuchan y se olvidan. Pero, ¿ qué está pasando? ¿ qué está fallando? ¿ Qué nos puede llevar a solucionar este gravísimo problema?
Estamos instalados en pleno siglo XXI en una sociedad muy parecida a la que reflejaba Calderón en sus dramas El médico de su honra o en El pintor de su deshonra en el siglo XVII. La ciencia y la tecnología avanzan; sin embargo, la moral y  la mentalidad que definen a una cultura y su tiempo viven aprisionadas, congeladas como una estatua de sal, cuando no revertidas con nuevos fundamentos que dan miedo.
En los centros educativos, que son espejo de la sociedad, vemos comportamientos de dominio en las relaciones de nuestros jóvenes. No todos son así. Pero estas actitudes están presentes. No ayuda la sociedad. Lo  que está ahí fuera: los medios de comunicación de masas, las redes sociales..., han instalado una banalización de todo. Todo se convierte en producto y  en consumo. Poco valemos en este " comercio al por mayor". El honor no tiene ningún significado. Se difama y  se acosa, Todo se vende.  Todo vale. Nuestra intimidad se difumina y ya no es nuestra. Se separa la esfera de lo público y privado. Y no nos queda nada.Todo es espectáculo efímero.
Las relaciones entre mujeres y hombres necesitan, en este contexto, una atención especial en la educación. Basada en el respeto a la diferencia y la asunción de la igualdad  jurídica y civil, la educación de  los jóvenes debe ser orientada para convivir en el respeto al otro. Una persona no vale más que otra. Una persona no puede ser anulada por otra.
Mafalda. Quino
" La educación ha perdido el norte, ha caído en la indefinición y ha olvidado su objetivo fundamental: la formación de la personalidad. Una formación que corresponde, sobre todo, a la familia, pero también a la escuela, a los medios de comunicación, al espacio público en todas sus manifestaciones. Urge, por tanto, volver a valores como el respeto, la convivencia, el esfuerzo, la equidad o la utilización razonable de la libertad "Victoria Camps

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